Encrucijada | #OrigiReto2019 relato de abril

*Aviso: Spoilers de la serie RWBY, volumen 6*

No había probado bocado desde que despertó. Se había limitado a quedarse quieta mirando la nada, con el vacío pintado en sus ojos.

Ya no estaba. Cinder ya no estaba.

Aquella idea no dejaba de rondarle la mente. La veía cruzando la entrada de la bóveda junto a Raven y Vernal una y otra vez, repitiendo en su mente la última vez que la vio. ¿Qué pudo pasar? ¿Cómo lograron esas dos vencerla a ella, cuando Cinder era invencible? ¿Y dónde habían ido?

Nunca lo sabría y, sinceramente, tampoco le importaba demasiado. Toda su lucha se había limitado a seguir a Cinder allá a donde ella fuese y ahora, sin ella, nada tenía sentido.

Sabía que Hazel la miraba con una mezcla de tristeza y pena, como si fuera un cachorrillo abandonado. En cuanto a Mercury, se había dedicado a descargar su rabia mediante la acción y el entrenamiento. En ese sentido, él y ella eran muy distintos. En ese y en muchos otros. Fue Cinder la que los unió bajo una misma misión.

Ahora, sin Cinder, la perspectiva de volver con una derrota ante sus aliados se le hacía aterradora.

La perspectiva de volver ante Salem se le hacía aterradora.

* * *

«Cinder no se preocupa por ti. Cinder no se preocupa por ninguno de nosotros».

Las palabras de Mercury la habían herido más de lo que estaba dispuesta a admitir. Después de haber presenciado la ira de Salem cuando regresaron con las noticias de su derrota, pensó que lo peor había pasado. No esperaba que una pelea con su compañero fuera a alterarla más que la reina de los grimm.

No quería pensar en ello. Cinder era todo lo que había tenido: la había recogido cuando no tenía a nadie y le había dado un propósito. Se había convertido en una familia para ella.

Sí, Mercury no tenía ni idea de lo que hablaba. Su padre nunca le quiso, así que ¿qué podría saber él sobre lo que era una familia?

Aunque quizá, solo quizá, en su interior entendía que si sus palabras le habían dolido tanto era porque llevaban algo de verdad en ellas.

—Emerald.

La joven se tensó nada más escuchar el sonido de la voz de Salem. Se levantó del asiento que había estado ocupando, pretendiendo que se interesaba por buscar el conocimiento entre viejos libros, pergaminos y plumas.

No se atrevía a levantar la vista ante aquella mujer, por lo que no pudo observar su rostro. Únicamente observaba el sinuoso movimiento de su vestido negro mientras se acercaba a ella sin hacer el más mínimo ruido, como si en lugar de caminar, levitase sobre el suelo. Era posible que lo hiciera.

—Siempre tan preocupada, Emerald. ¿Todavía no has entendido por qué Cinder no puede regresar? —La joven tragó saliva ante esas palabras.

—Lo entiendo, señora.

—Entonces, ¿qué te mantiene taciturna? ¿Acaso crees que tu presencia no tiene valor aquí? —Sonrío tras esas palabras—. Nada ocurre en mi castillo sin que yo me entere, Emerald.

Ella intentó ocultar su sobresalto, aunque sabía que era imposible ocultarle el miedo a una criatura como Salem. Una criatura que huele el miedo y se siente atraída hacia él, la vuelve poderosa.

Por su mente cruzó la posibilidad de que Tyrian hubiera ido a hablar con ella como el perrito faldero que era. A contarle su discusión con Mercury y como le había expresado sus dudas acerca de continuar en aquel lugar y su pregunta sobre si deberían marcharse.

Pero, tal como había dicho Tyrian entre risas, aquello era imposible. Nadie escapa de Salem.

—Hazel me lo ha contado —prosiguió la reina de los grimm—. Me ha contado como utilizaste tu poder para crear una ilusión perfecta que distrajo a nada menos que seis personas al mismo tiempo para que pudierais huir.

Emerald se permitió respirar tras aquella afirmación, pero volvió a tensarse cuando Salem posó su pálida mano sobre su hombro. Aquella mano tan blanca, de piel tan translúcida que dejaba ver decenas de delgadas venas rojizas que se dibujaban bajo ella. Todavía parecía más blanca en contraste con la piel oscura de su hombro. Tuvo que contener un escalofrío.

—Posees un gran poder, Emerald. Podrías serme muy útil, si pudiera contar con tu lealtad —susurró.

Promesas de poder se intuían en las palabras de aquel demonio. Salem podía darle aquello que anhelase. Incluida a Cinder. Cuando llegase el momento, Cinder regresaría.

—Tenéis mi lealtad, señora —respondió en voz baja.

Salem sonrió, con una sonrisa tan misteriosa como escalofriante. Soltó su hombro por fin y se alejó, dando la vuelta para marcharse de la habitación.

Emerald por fin se permitió respirar tranquila. Había respondido lo que creía que Salem quería escuchar, aunque no estaba segura de que la creyese. O de hasta qué punto era buena idea jurar lealtad a la reina de los grimm.

* * *

Una puerta entreabierta llamó la atención de Emerald mientras recorría el castillo. Había estado buscando a su compañero para poner fin a su disputa sin sentido. En aquel lugar lleno de gente en la que no sabía si podía confiar, Mercury era el único que aun sentía que podía estar de su parte.

La puerta daba a la sala de reuniones que Salem había destruido parcialmente durante su acceso de furia. Y allí, tal como ella esperaba, estaba él.

—Mercury, quería…

No terminó de formular su intento de disculpa, porque el chico estaba observando algo a través de la ventana. Algo que también captó su atención. El horror se reflejó en su rostro cuando vio a Salem creando aquellas criaturas oscuras a partir del lodo negro. Tantas, que parecían un ejército.

—¿Qué está haciendo?

No esperó respuesta para su pregunta lanzada al aire, pero la obtuvo.

—Hay un antiguo dicho. —Tanto Emerald como Mercury se giraron hacia Hazel, que acababa de entrar. El hombre se situó tras ellos antes de continuar—. Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo.

En el silencio que prosiguió, Emerald comprendió que Salem por fin se había puesto en marcha. Ella misma se había propuesto acabar con toda esperanza de la humanidad.

Y Mercury y ella estaban atrapados ante una encrucijada donde ninguno de los caminos parecía conducirles a un buen final.

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Con el tiempo pisándome los talones, pero aquí está mi relato del mes. Siento que no esté corregido, pero espero que os haya gustado. ¡Gracias por leer!

• Este relato corresponde al objetivo número 17 del OrigiReto2019: «Haz un fanfic». Los objetos ocultos incluidos en él son el 15: «Una pluma» y el 21: «Un demonio».
• También cuenta para los objetivos secundarios «Interesante», ya que la protagonista es una persona de color, «Destino funesto», por la presencia de la principal villana, y «Feminista», por estar protagonizado por una mujer.
  
• El OrigiReto2019 es una iniciativa de Katty y Stiby, Podéis encontrar las normas y la lista de participantes tanto en el blog de la primera como en el blog de la segunda.

Conteo general de medallas: ¡ya llevo cinco!